EL TIEMPO
Candidatos tienen que ser claros sobre la economía: Gaviria
 
En la segunda parte de su entrevista con EL TIEMPO, el ex presidente liberal César Gaviria dice que los candidatos presidenciales han simplificado el debate acerca de la la globalización y que es muy fácil cosechar aplausos atacando la apertura.

Serpa dijo que va a enterrar el neoliberalismo, del cual usted es considerado padre en Colombia, y Noemí dice que el neoliberalismo ya está enterrado. ¿Eso se puede interpretar como que lo quieren enterrar a usted y su obra como Presidente?

En medio de las dificultades surgidas por la volatilidad de los capitales, la característica más indeseable de la globalización, ha surgido un ambiente equívoco que parte de la premisa según la cual la apertura es una palabra impopular. Yo no he visto objeciones serias a lo que hicimos.  

Las decisiones de la apertura fueron tomadas en el año 90 y 91. Cuando abandonamos el gobierno, la tasa de crecimiento era superior al 5% y el desempleo estaba un poco por encima del 7%. ¿Cómo se perdió el dinamismo en el crecimiento? Creo que por un entorno internacional adverso que se originó en el ‘Efecto Tequila’, por las incertidumbres del proceso 8000, cualquiera que sea la valoración que se tenga de él, y por un creciente poder económico y militar de la guerrilla. 

Estamos viviendo la tercera crisis financiera internacional en un quinquenio que ha generado un gran retroceso económico y social en toda Suramérica y percibimos crecientes motivos de desencanto con la globalización. Se suman las opiniones de prelados de todas las iglesias, de los enemigos del mercado, de millones de marginados, de los que aún tienen veleidades marxistas, de los descontentos de todos los pelambres y de algunos candidatos presidenciales. Vociferan contra el neoliberalismo y la apertura, culpándolos de todos los males nacionales, las galerías aplauden frenéticas y los candidatos cosechan aplausos cerrados. 

Apertura, neoliberalismo y globalización son palabras “paraguas”, que engloban todo lo que a la gente le duele y lo que considera injusto. Esas son simplificaciones que a la gente le pueden gustar, buenos lemas para las campañas presidenciales, pero que no son muy útiles para gobernar, ni acortan el camino que debemos recorrer.

No se le ve para nada convencido de las propuestas en materia económicas que hasta ahora han hecho los candidatos a la Presidencia. ¿Cuáles son sus críticas?

Los candidatos tienen que ser claros, porque, si no, después van a frustrar las expectativas. Los candidatos tienen que decir algo diferente a que son enemigos de la apertura. He escuchado que los asesores de Horacio Serpa andan hablando de hacer un poco de emisión para resolver algunos problemas fiscales, o que le van a pedir al Banco de la República que entreguen tres años de utilidades anticipadas. No creo que estas propuestas lleguen a ninguna parte, ni que la Junta del Banco las apruebe. Ojalá que no, porque son una receta para el fracaso. Con todas las diferencias que pude tener con el equipo de Samper, conformado por Perry y Ocampo, sin duda era más serio y profesional. Además, creo que, como me lo enseñó el ex presidente López Michelsen, el liberalismo es “el partido de la moneda sana”. No vale la pena abandonar esa prédica. 

Si quieren, yo también aplaudo su vociferación, pero sería mejor si dijeran qué es lo que verdaderamente van a hacer. ¿Cuáles son sus coincidencias? Allí esta el problema. No tengo reatos en aullar con ellos en contra el neoliberalismo, si es que encarna el mundo del mal y de la mala distribución de ingreso.

Pero los candidatos alegarán que en sus programas de gobierno ya existen derroteros claros en materia económica.

No basta con que expresen intenciones, sino modos y maneras de hacerlo. A una buena cantidad de ciudadanos les gustaría saber qué piensan hacer para mejorar la capacidad regulatoria del Estado. ¿Qué piensan hacer en el sector financiero? ¿Qué piensan hacer en materia de acuerdos comerciales? ¿Qué van a hacer en materia tributaria? ¿Qué van a hacer para mejorar el sistema judicial? ¿Van a echar atrás la ley 100? ¿Qué piensan hacer con el ISS? ¿Qué van a hacer con el sistema UPAC? ¿Cuál va ser su política salarial? ¿Qué van a hacer con el sistema de pensiones? ¿Qué van a hacer con el sistema de capacitación técnica y el Sena? ¿Piensan avanzar en la flexibilización laboral? ¿Será que no es bienvenida la presencia del sector privado en colaborar a atender los problemas de salud, educación, vivienda? ¿En qué va a consistir la política social?  

Las críticas no son solo de los candidatos. ¿No le preocupa el consenso que se tiende a formar en contra del neoliberalismo?  

El neoliberalismo, en su estricto sentido técnico, es para Colombia una receta irreal. Nada más ajeno a mí que tener una visión minimalista del Estado. Lo que verdaderamente esconden muchas de estas críticas es una oposición a toda forma de modernización o disciplina. 

Creo en la intervención y las responsabilidades sociales del Estado. Me molesta la opinión según la cual los ciudadanos desprotegidos pueden ser abandonados a la suerte caprichosa del mercado. Creo imprescindible que el Estado tenga una red social. Pero también creo en la reforma de las instituciones y políticas públicas para que los recursos produzcan los resultados de los que nuestra sociedad está urgida.  

Con el actual Estado y sus políticas no se puede transformar a Colombia. Reformar el Estado es más difícil que privatizar, por lo menos en Colombia, e implica enfrentar intereses y vencer los cuantiosos opositores.  

Sería bueno por lo tanto que nos cuenten en qué consiste la bronca.

Qué piensa de la relación entre apertura con el incremento de la pobreza y mala distribución del ingreso.

Yo encuentro en políticas e instituciones ineficaces la razón de la persistencia de la pobreza y de la mala distribución del ingreso. En mi gobierno se dio la mayor reducción de la pobreza, como lo ha demostrado en sus trabajos académicos Juan Luis Londoño. Algunos, usualmente contradictores políticos, dicen que hubo deterioro en la distribución. 

¿Algo qué decir sobre la ley 100, por ejemplo, que en buena parte se quedó en el papel y resultó enredando aún más el sistema de salud? ¿Y el proyecto en materia de pensiones?  

25 millones de personas aseguradas en salud, 10millones de ellos pobres que manifiestan que en un 90% están satisfechos o muy satisfechos con los servicios que reciben no constituyen una reforma de papel. Estuve a la cabeza de gobierno que más ha reducido la mortalidad infantil en 30 años. La reforma de salud fue catalogada por la OMS como la mejor en el mundo en desarrollo en los últimos 15 años. Cuando recorro los países americanos me preguntan qué fue lo que hicimos, porque han escuchado informes elogiosos.

¿Qué piensa del futuro económico del país a corto plazo, teniendo en cuenta las tendencias recesionistas del mundo?

La economía es una ciencia y no un arte. A veces riñe con lo que dicen los políticos en las plazas publicas. Las medidas que algunos están proponiendo romperían con la moderada confianza que ha creado la gestión del Ministro Santos, que creo no ha sido suficientemente ponderada. Es verdad que hay mucho descontento, pero ninguna nación ha dado marcha atrás para ubicarse de nuevo en el pasado.

Si Colombia no ha tenido muchas dificultades por las presiones de la crisis Argentina, ello se debe a una política de demostrar que nuestros problemas no son intratables, a que el Congreso en un acto de responsabilidad suprema, que lo enaltece, atenuó los efectos dañinos que pudieran traer la aplicación de las normas constitucionales en un entorno de recesión.
Lástima no haber resuelto ese problema cinco años atrás.

Y si Colombia se quiere terminar de blindar de las crisis de la volatilidad, necesita recuperar niveles de moderado crecimiento, mantener una buena situación fiscal y resolver el problema de nuestro sistema de pensiones.

Sergio Gómez Maseri 
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington