Nuevos y viejos seductores políticos, (27/11/2001)
Amalia Decker M.*

A  pesar de la pobreza, de la crisis, del futuro incierto, existen en nuestro país, al menos una decena de lobos políticos, seductores, dispuestos a enamorar a la Bolivia, cada vez más venida a menos; bueno es un decir, eso de lobos, porque en verdad, lo que tenemos es una variadísima fauna animal, dispuesta a conquistar y “jugarse” por la Nación. No pretendo ser ofensiva con los partidos, ellos mismos se han encargado de ponerse animales por delante para identificarse: gallos, chulupis, monos, tigres, etc.

Algunos ya viejos y matreros confían, sobre todo, en su experiencia para ganar. Otros prefieren olvidar el pasado, a pesar de haber iniciado su travesía navegando en las aguas turbias de los de siempre. Me pregunto: ¿Qué decidirá el país? ¿Con quién se irá? ¿Con qué bajas pasiones se dejará engañar? Pobre la Nación, con tantos candidatos “tan simpáticos”, sólo terminará mareándose, al punto probablemente de ser descuartizada por esas bajas pasiones.

¡Cuán cotizada está Bolivia! Cuando creía que ya nada importaba, aparecen nuevos y viejos pretendientes, todos dispuestísimos a conquistarla. Ya no sólo se la pelean los viejos y sagaces políticos: ex marxistas, socialistas, nacionalistas de antaño. Hoy también aparecen algunos cándidos provincianos que, convertidos en empresarios e hijos pródigos, llegan a salvar al país. Al estilo de Max Fernández, Nicolás Valdivia dice que hará lo que la población quiere; el problema es que con tantas promesas la nación ya no sabe lo que en verdad quiere.

Otro con aires de príncipe quiere recuperar la nación prisionera de los karas, para lo cual se ha unido, sin principios de por medio y por pura contienda electoral, con el diputado Fernando Untoja, admirador, como Hitler, de la pureza racial, razón demás para entender su propio emblema: la esvástica al revés.

Otro grupo de candidatos son los llamados asistémicos. A ellos no los une la ideología, a los otros tampoco. Son disímiles entre sí pero, así diferentes, tienen un ideal común: quitar del camino a quienes les impidieron crecer en los espacios otrora compartidos.

Todos en su momento fueron militantes de partidos del stablishment y cuando vieron que sus expectativas se cerraban, abrieron las compuertas para renegar de su pasado.

A pesar de la ausencia de identidades ideológicas se declaran amor, señalando que lo que ahora los une es más fuerte que la mera ideología, ¿a saber amigo lector?: la química. Así declararon los militantes del Movimiento Sin Miedo a manera de justificar su aproximación al Movimiento Ciudadano para el Cambio, liderado por René Blattmann, quien fuera elegido como candidato en las elecciones pasadas por un sector del MNR. Para su mala suerte, Juan Carlos Durán tuvo la habilidad de echarlo fuera del tablero. ¿De esa movida vendrá su resentimiento y su conversión al asistemismo? Otro, el más asistémico de todos: el juez Costa Obregón, megalómano justiciero que pretende confundir al país con ofertas seductoras.

Así está Bolivia en estos tiempos de elecciones: solicitada, seducida, perseguida o más bien acosada por una gran variedad de candidatos que dicen quererla, cada uno más que el otro. ¿Será cierto? ¡Ojalá que Bolivia no se deje engatusar!     

*Amalia Decker
es periodista